miércoles, 29 de julio de 2015

Se llevó todo


Se llevó todo lo que quedaba. No dejó nada, ni las ganas.
Pasó por su vida como un huracán levantando paredes y derribando otras, unas que le costaron años construir y que creía resistentes e inquebrantables.

No dejó nada más que el dolor de su ausencia y el horrible sentimiento de la angustia. 


Ella ya no tenía lágrimas, las había agotado en interminables noches de llanto. Sólo intentaba que los días, las horas y las cosas pasen como el vendaval que arrasó consigo y apenas la dejó en pie.

"Extrañar algo que aún sigue vivo, ¡vaya estupidez!", pensaba odiándose una y otra vez. Se odiaba, sentía que había perdido lo único que quiso y dejó entrar en su vida luego de mucho tiempo. Pero a la vez estaba tranquila, sabía que había dado todo y que nunca se mintió, sino que se dejó llevar por lo que sentía.

Intentaba aferrarse a lo bueno. Trataba de largar una sonrisa cada tanto y mirar para arriba, allá a donde el sol brilla de vez en cuando.

El dolor de nuevo la golpeaba. La marcaba, le hacía recordar que no fue hecha para las relaciones. El sufrimiento fortalecía su coraza que ahora, sin mucha energía y con poco ánimo, intenta acomodar sobre sí para seguir adelanta con su vida.