viernes, 20 de junio de 2008

Cuando llovió...



Otra noche donde la lluvia se hace compañía del desvelo.

Los rayos que caen desde el cielo a la nada y proyectan sus luces en las paredes que parecen blancas aunque quizás no lo sean o estén desgastadas.

Una noche desolada, intentando olvidar, buscando explicaciones efímeras a ciertos pensamientos que azotan como la tormenta.

Tratando de entender como pocas palabras pueden dejar una gran marca, como una oración puede causar tanto daño, tanta alegría o tanto dolor.

Un puñal que se hunde más adentro, un abismo cada vez más cerca.

Otra gota en un charco.

Y otra vez los destellos, otra vez el ruido que se escabulle entre las ranuras de las persianas, mal cerradas, olvidadas, viejas y golpeadas. Otra noche donde el sueño está tan lejos como la salida del sol.

Una noche en donde la música es creada por el agua: cada pequeña gota que cae contra la pared, con cada estruendo de rayos que explotan en los alrededores de la ciudad se confunden en una suave y estremecedora melodía.

Otra noche para olvidar al recuerdo o para recordar lo que debería pasar al olvido.