sábado, 1 de octubre de 2011

Refugio en el tiempo


Una lágrima se iba tras la otra, como queriendo jugar una carrera. La primera se adelantaba, llegaba más rápido al piso y la otra se quedaba a mitad de camino…
El dolor era fuerte, pero ya se había sentido alguna vez. ¿Qué no sabía lo que era estar sola? Lo sabía de maravillas, pero no lo experimentaba a menudo. 
Se dio cuenta que los días eran una cuestión del paso de las horas, tarde o temprano, la noche volvería a llegar y habría que acostarse, dormir y esperar al que sigue…
La vida se comenzó a tornar sólo en eso: una terrible espera, una espera del tiempo. Una espera a la que se estaba acostumbrando, pero que a sabiendas en algún momento finalizaría.
Cada vagón de tren que se acercaba, cada paso que se sentía, cada uno de los ruidos de la puerta del ascensor podrían ser lo que esperaba.. pero las horas pasaban y el vacío se hacía cada vez más profundo.
Ya tenía su propio refugio, lugar que siempre había añorado, lugar que siempre había buscado, lugar en el que nunca se imaginó que podría sufrir tanto.  El silencio como único compañero, contenía su respiración y la dejaba oír el lento latir de su lastimado corazón.
Sin embargo, en ese lugar descubrió que las tormentas no son solo de agua y arena…

miércoles, 21 de septiembre de 2011

Reflexión en el taxi

El taxista le dijo: pero, ¿qué es lo que querés del hombre que está a tu lado? Y ella no supo que contestar. 
La charla venía de más largo, el conductor había escuchado una especie de “pelea”, o lo que ella llamaba: “una de sus típicas charlas”. En estas él solía acusarla de haber estado con otro hombre, de haber agregado a otro tipo al Facebook y demás disparates.
El tema es que el conductor del taxi, un hombre en sus cincuenta y tantos años, logró dejarla por primera vez en su vida sin palabra alguna, sin respuesta.
“¿Qué quiero?” se preguntó por dentro. No sabía…Entonces, finalmente pensó: “¿qué estoy haciendo?”

Una semana después, él seguía excusándose, ella ya no. 

El taxista la dejó en la puerta de su casa, ella se bajó y el tipo siguió con el cartel de "libre" en la búsqueda de un nuevo pasajero. Ella decidió copiarlo y colgarse también aquel cartel esa misma noche. 

sábado, 6 de agosto de 2011

El presente del pasado


¿Y si tan sólo fuéramos nosotros dos? Sin nada más, sin nadie más, sin pasado, sin teléfonos, sin mails ni redes sociales; con el presente y un mismo futuro ¡si sólo fuera eso!
Que difícil confiar cuando te han traicionado tantas veces, que difícil hacerle entender a la otra persona que ya no se vale del simple refrán “ojos que no ven….” 
Que por más fuerte que seas por dentro estas hecha trizas, que duele, que ya no se siente de la misma manera.
Que del dolor se aprende y, lamentablemente, no en el buen sentido: ese dolor te aísla, te separa, te traba, te condiciona, te frena.
Le pidió que la esperara. Luego, le pidió que no le mienta. Ya era tarde, esa era la base de su relación.