lunes, 6 de abril de 2015

Recuerdo


Se desveló en la espera de una absurda promesa.
Se preparó aunque insegura.
Se arregló aunque desprolija.
Se perfumó con apenas gotas.
Prometió no aferrarse al reloj pues ese teléfono sonaría.
Lo esperó con nervios la primera hora. Con ansiedad la segunda. Con cansancio la tercera. Dejó que tiempo transcurriera; vio pasar con rapidez el resto de la noche.

Se acostó arreglada, se lamentó por dentro y apagó su entusiasmo con una triste amargura.
Ni un mensaje, ni una llamada. La soledad fue su única compañía, bebió una copa de vino y mantuvo la respiración lenta, cansada, desilusionada.



Nunca más supo nada, nunca más volvió a escribirle. Jamás le hará un reproche y la intriga la rondará durante algún tiempo, hasta que lo olvide y se convierta solo en un mero recuerdo.