martes, 25 de noviembre de 2014

Un año sin él

Pasó más de un año de la última vez que lo vio, bien lo recuerda porque no puede olvidar que esa tarde hacía mucho calor. Ella había elegido con detenimiento un vestido corto de color claro. Había usado poco maquillaje, su collar preferido y los zapatos que no eran tan altos como los de costumbre. Recuerda también el perfume que utilizó, pues desde entonces lo tiene guardado intacto en su placard y tan sólo lo ha vuelto a usar para recordar las noches de pasión.

Ella atesora en su memoria, como el más lindo recuerdo de su vida, la última vez que se encontraron. Sin embargo, está enojada porque se le borraron de la mente los pequeños detalles. Se esfuerza por al menos retener el aroma de su piel, la sensación de sus labios, la intensidad de su mirada que lograba paralizarla por completo, las cosquillas que le producían los besos que le daba en el cuello y la tranquilidad que le daba dormir a su lado. 

Entre ellos nunca estuvo nada claro. Nunca ninguno luchó por el otro ni se propusieron ser algo más que dos amantes. Como niños dejaron que el destino jugara con ellos: separándolos y volviéndolos a encontrar cada tanto. A veces lo ayudaban con un simple mensaje, una inconfundible señal para demostrar el deseo, que podía bien ser una palabra o un descuido cuidado de un erróneo envió de una letra al azar que se caía del teclado. 

Él siguió con su vida pero cada tanto la recordaba y dejaba escapar una de esas señales. Ella las recibía con una sonrisa y la satisfacción de que la llama seguía prendida. Pero con el dolor y con la angustia en el alma las intentaba dejar pasar. No tenía el valor de pelear por algo que nunca fue ni podría ser suyo aunque no dudaba en que era capaz de haber dado la vida por volver a verlo.