miércoles, 24 de marzo de 2010

La tormenta

Le tenía mucho miedo a la tormenta y pronto se largaría a llover, estaba anunciado. Como de costumbre no llevaba un paraguas ya que la lluvia siempre comenzaba cuando ella cerraba la puerta y quedaba protegida dentro de su casa.

Pero esa vez se equivocó. La puerta se cerró en sentido contrario y la tormenta se desató  dentro. El agua inundó el lugar rápidamente, casi en segundos todo comenzó a sentirse húmedo, pesado; insostenible.

Las gotas volaban de un lado al otro, como fuertes relámpagos que caen sin motivo y sin explicación. Todo se tornó tan delirante que hasta la mínima excusa sonaba a mentira.

Quizás las filtraciones que venían teniendo permitieron que se desatara tal diluvio. Quizás, todo fue por no sanar a tiempo o por necesitar más tiempo para sanar. Lo cierto es que el daño ya estaba hecho y ahora, aunque sequé, siempre quedará el rastro del temporal.

¿Volverá a llover? Sólo dios lo sabrá, por lo pronto con angustia habrá que empezar a buscar un trapo y, si se puede, secar. Aunque sabe muy bien que existen otros horizontes secos, despejados y distantes.