miércoles, 17 de diciembre de 2008

Al despertar


Ella, amaneció con sus ojos hinchados, con las manos cortadas y con las sábanas desgarradas.
Sintió rápidamente el silencio, el calor, el ruido de la calle y el de su agitada respiración que la perturbaban aún más en esa desordenada habitación.
Todavía no se perdonaba, todavía la perdida la atormentaba, la acechaba, la culpa y el olvido jugaban un papel predominante esa mañana.

Recorría sus recuerdos, cerrando los ojos con fuerza para borrar de la memoria las cosas, las palabras, los nombres, los besos, las caricias que no quería que allí estuviesen. Como quien trata editar la vida para quedarse sólo con los momentos más lindos.

¿Cuánto tiempo más podría pasar así?
¿Cuántos días más con ese vacío oprimiéndole el pecho?
¿Quién se haría cargo? ¿Acaso ella debería ser única totalmente responsable de esos actos tan banales, tan paganos como absurdos?

Él, el número diez o diecisiete que la abandonaba, al menos podría haber dicho "adiós"...


2 comentarios:

Cachibache dijo...

que oportuna esta entrada...

Que triste...

es que es tán dificil hacer las cosas bien? es tan dificl decir adios?
ya mismo me tomo un taxi y voy a cachetear a alguien...
Bello regreso diva!
Chau!

Notas de pandemia dijo...

Gracias Cachibache!!
espero que hayas dejado los dedos marcados en alguna cara!

Saludos!!!

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